María Emilia, Paula y Verónica se dirigieron a la casa de Alejandra Mereviglia con la intención de encontrarse con ella y comenzar una caminata por cualquier lugar, no importaba cual porque no había nada que temer.
Esa fue la última vez que compartieron un momento de alegría, la última vez que las calles de la ciudad estuvieron abiertas para respirar aire fresco y distenderse sin miedo alguno.
La noticia conmocionó a la ciudad entera, todos se preguntaban dónde estarían y qué podría haber sucedido con las jóvenes. Hasta allí, era una desaparición y a pesar del miedo, existían esperanzas.
Las chicas, como les comenzaron a decir todos los vecinos de la ciudad, no aparecían y la incertidumbre comenzó a molestar a personas que no formaban parte de la investigación policial. Se sumaron muchos a la búsqueda, pensando quizás en la horrible sensación de no tener a sus seres queridos cerca, a la impotencia de no poder comunicarse con ellos.
Todos saben que la historia tiene un final muy triste. El 11 de noviembre de 1997, encontraron a las jóvenes amigas a metros de la calle San Luis, trayecto que realizaron por última vez.
Nunca hubo en la ciudad una respuesta tan comprometida de la gente, las marchas eran masivas igual que el último adiós a las víctimas.
Esta es una herida abierta para todos los cipoleños, el motivo por el que nunca más se volvió a sonreír de la misma manera.
Lejos en el centro de la tierra, las raíces del amor, donde estaban quedarán.
(Fragmento de "Flaca", la canción favorita de las amigas)
Todos lo que está escrito forma parte de mi memoria. Estuve en esas marchas con apenas 7 años, pedí justicia y también aprendí a conformarme con el paso del tiempo. Hoy sigo recordando ese momento como si fuera ayer.